Norman Fischer - El Sendero de Suzuki Roshi

El Sendero de Suzuki Roshi

por Zoketsu Norman Fischer

Plática otorgada en Green Gulch, 2/21/99

Hace ya varios años que tenemos el libro sobre las primeras pláticas de
Suzuki Roshi, Zen Mind, Beginner's Mind (Mente Zen, Mente de Principiante)
editado por Trudy Dixon. Este libro, como seguramente ustedes ya saben, es
el libro sobre Budismo de mayor venta en la historia del mundo occidental.
Nunca ha llegado a ser un best seller, pero se ha vendido de manera
constante durante los últimos 27 años y cada año aumenta el número de
ejemplares vendidos. Se ha traducido a muchos, muchos idiomas y ha sido
editado muchas, muchas veces. Seguramente, al igual que la Biblia, nunca
dejará de editarse. A pesar de todos los cambios en el mundo y de todos los
cambios dentro del Dharma Occidental, Zen Mind, Beginner's Mind aún está
vigente. Yo pienso que esto es debido a que existe algo en el sendero de
Suzuki Roshi, algo en el espíritu Zen de Suzuki Roshi que nos llega a todos
nosotros como particularmente cálido y genuino. Aún cuando no entendemos
exactamente lo que está tratando de decirnos, sentimos lo real y sincero de
sus palabras. Las palabras de Suzuki Roshi, al igual que su práctica y su
vida, no son espectaculares o emocionantes, ni particularmente brillantes o
poéticas. Son bastante sencillas y realistas. Sin embargo, tienen una fuerte
y casi, podríamos decir, universal atracción. De alguna manera se sienten
muy ciertas. Prácticamente todos los linajes Budistas en el Occidente honran
a Suzuki Roshi como el gran maestro fundador de Occidente. A pesar de que en
Japón no era famoso o particularmente reconocido como maestro, al
encontrarse con la mente occidental, su práctica y sus enseñanzas, crearon
algo que es lo suficientemente fuerte como para trascender el Zen Soto
japonés e incluso para trascender el Budismo.

Varias veces me he preguntado por qué es que después de todos estos años no
hemos podido producir mas libros buenos de los archivos de Suzuki Roshi.
Quizás sea porque estábamos demasiado ocupados o porque Zen Mind, Beginner's
Mind nos intimidaba, o será que queríamos que se sostuviera por sí solo, un
libro delgado, representante de todo lo que Suzuki Roshi enseñó. Hay algo
bello en todo esto, pero al mismo tiempo parece que también sería bueno
beneficiarnos de mas enseñanza de Suzuki Roshi y me alegra que ahora esto
será posible. Acaba de salir un nuevo libro, Crooked Cucumber (Pepino
Torcido) de David Chadwick. Es una biografía y contiene por primera vez, en
forma escrita, muchos de las anécdotas que hemos estado relatando durante
años acerca de Suzuki Roshi. Pronto también tendremos bajo la forma de un
libro las conferencias de Sandokai en las que Suzuki Roshi habla sobre un
texto fundamental del Zen Soto. Y Ed Brown también esta trabajando en una
colección de pláticas recientes de Suzuki Roshi, por ahora un excelente manuscrito.

También tenemos ahora por primera vez cassettes de algunas de las platicas
de Suzuki Roshi. Y también estamos tratando de reunir dinero para preservar
adecuadamente los archivos de SR. En su mayoría esto se debe gracias a David
Chadwick, cuyos esfuerzos incansables y casi obsesivos, nos han permitido
llegar hasta aquí. Así que, pronto habrá mucho mas material disponible sobre
las enseñanzas de Suzuki Roshi para estudiar y apreciar y esto me hace muy,
pero muy feliz. Para aquellos de nosotros en el Centro Zen las enseñanzas
de SR no son únicamente libros o cassettes o ideas, sino una forma de vida,
una actitud o sentimiento profundo sobre la vida. Yo pienso que aquellos que
estudiaron con Suzuki Roshi poseen esta actitud o sentimiento y que para
ellos es algo muy fuerte que está íntimamente ligado con el afecto hacia él
y con la vivencia que tuvieron de él. Pero parece ser que la actitud y ese
sentimiento también se nos transmitió con éxito a aquellos que llegamos mas
tarde y no tuvimos la oportunidad de conocer a Suzuki Roshi durante su vida.
De cierta forma nosotros también hemos tenido la oportunidad de encontrarnos
cara a cara con Suzuki Roshi en la realidad de nuestra propia práctica con
nuestros propios maestros. Así que, tal parece que aquí en el Centro Zen y,
en muchos otros lugares del mundo, el camino de SR sigue latiendo y
creciendo.

En realidad el Budismo es una sola enseñanza. Aunque existen muchas formas
de Budismo, muchas maneras de hablar acerca de las enseñanzas y muchas
maneras de llevarlo a la practica, en realidad todas las formas de Budismo
son solamente distintas maneras de hacer que la gente vea y tome conciencia
de las verdades básicas sobre la vida humana que el propio Buda vio
personalmente e intentó enseñar. Para cada era, para cada cultura e incluso
para cada persona, debe haber una manera única de abordar el Budismo ya que,
aunque la verdad puede ser siempre la misma, no hay verdad que sea
independiente de una forma de expresión. Debido a que las personas son
siempre distintas debe haber distintas formas de expresar la verdad Budista.
En cada país a donde ha llegado el Budismo siempre hay personas que tarde o
temprano, seguramente sin tratar de hacerlo, encuentran una expresión del
Budismo que tiene sentido para la condición cultural particular que los
formó. Esas personas no han creado un nuevo Budismo, solamente han
encontrado una manera distinta de aclarar, de otra forma, lo que el Budismo
ha estado diciendo todo el tiempo. En Japón Dogen Zenji es una de estas
personas. Su enseñanza y práctica sobre el camino del Zen Soto son muy
profundas y totalmente japonesas. Suzuki Roshi estudió las enseñanzas de Dogen
con gran profundidad y basó su propio entendimiento en el de su gran
predecesor. Con todo este nuevo material sobre Suzuki Roshi, se me ocurrió
que quizá a medida que pase el tiempo veremos el Zen en el occidente como
algo que surgió, al menos en gran parte, del camino de Suzuki Roshi.

El camino del Zen de Suzuki Roshi es el mismo que, pero a la vez es
distinto a, otros estilos de Zen chino y japonés y también es el mismo que,
pero diferente al Zen de Dogen. Pienso que a medida que pase el tiempo va a
surgir una polémica interesante al intentar caracterizar el Zen de Suzuki
Roshi y quizá los eruditos escribirán sobre este tema como lo han hecho
durante años sobre las características del Zen de Dogen. Así que, a pesar de
que cualquier caracterización va totalmente en contra del espíritu Zen - y
especialmente en contra del camino de Suzuki Roshi - pensé que yo iniciaría
la conversación e intentaría dilucidar cuáles son los puntos fundamentales
del camino de Suzuki Roshi. Soy excelente para hacer listas de
características de esto o aquello y a veces dichas listas son útiles
temporalmente aunque a la larga definitivamente no lo son. Finalmente son
solo cosas que inventamos, sin embargo también creamos nuestras vidas y
luego, para nuestro propio detrimento, las tomamos demasiado en serio.
Entonces, después de todas estas advertencias, y en un espíritu de
conversación, que siempre implica un infinito dar y tomar, pensé que
hablaría un poco sobre las ocho características del camino de Suzuki Roshi.
Por supuesto son ocho características. No son siete ni nueve.

Ellas son:

  1. No hay que tener expectativas
  2. Una practica diaria diligente es iluminación
  3. No apegarse a ninguna enseñanza; no hay nada especial que hacer
    o entender, cada momento es siempre nuevo (esto lo expresó Suzuki Roshi en
    la frase: "beginner's mind" "mente de principiante")
  4. Zazen es lo más importante en nuestra practica y el verdadero zazen es
    toda nuestra vida
  5. La bondad y la dureza no son dos cosas diferentes
  6. Una relación cercana y cálida con un maestro
  7. Entregarse por completo en toda actividad
  8. Poner mucha atención en los detalles de forma, ya que la verdadera
    felicidad se encuentra aquí (una practica Hinayana con una mente Mahayana)

La primera característica es "no hay que tener expectativas".

Yo creo que la mayoría de las personas llegan a la práctica Budista con

grandes expectativas. No llegamos al Cristianismo o al Judaísmo o a la
religión Islámica con este tipo de expectativas y pienso que en Asia la
mayoría de las personas modernas no se acercan al Budismo con la clase de
expectativas que nosotros tenemos.

¿Qué esperamos? Supongo que esperamos un poco de iluminación, un poco de
tranquilidad o un poco de algún tipo de felicidad o alivio o profundidad en
nuestras vidas. Quizás esperamos algún tipo de experiencia sensacional o un
poco de serenidad o sabiduría profunda. A lo mejor ni siquiera sabemos qué
es lo que esperamos sino sólo que sí esperamos algo. Quizá estamos
emocionados ante la expectativa de que algo va a suceder y no sabemos lo que
es. Yo creo que tenemos estas expectativas porque el Budismo, y en especial
la meditación Budista, es algo totalmente nuevo para nosotros. Lo vemos como
una posibilidad para nuestras vidas. Probablemente esto sea cierto pero en
ese caso cada momento contiene un sinfín de posibilidades sólo que nos hemos
hastiado de las posibilidades. Debido a que el Budismo es algo nuevo para
nosotros todavía no nos hemos cansado de él - aunque parece ser que algunos
de los veteranos por aquí ¡ya están llegando a ese punto! Esa es nuestra
práctica, tratar de no hastiarse a pesar de que estemos muy familiarizados
con la enseñanza y nos quede poco idealismo.

De cierta forma nuestras expectativas son buenas, nuestra frescura es buena
y yo pienso que Suzuki Roshi las apreciaba mucho. Él dijo que tenemos mente
de principiante: en otras palabras, tenemos grandes expectativas pero
realmente no tenemos ningunas preconcepciones, por lo menos ninguna basada
en la experiencia. Como no sabemos lo que estamos haciendo cuando llevamos a
cabo una práctica Budista, somos libres de esperar lo imposible. Todas
nuestras preconcepciones son fantásticas e imaginarias. Esa es una mente
fresca para una práctica y Suzuki Roshi desde que era niño quería venir a
occidente para practicar con gente que tuviera ese tipo de mente fresca y
con expectativas.

Por supuesto que después él nos enseñó a no tener ninguna expectativa,
ninguna esperanza (a no esperar). Y esto fue, y todavía es, una buena
enseñanza para nosotros precisamente porque tenemos tantas expectativas. Si
podemos usar la energía y entusiasmo de nuestras expectativas para nuestra
práctica y transformarlos en la no expectativa, entonces podremos practicar
bastante bien. El punto fuerte de la expectativa es que produce energía y
entusiasmo pero el punto débil es que nos lleva a la codicia, al apego y a
la distracción que son lo opuesto a las enseñanzas de Buda. Si esperamos
algo tenemos que estar completamente equivocados acerca de la naturaleza de
la experiencia y la naturaleza de uno mismo y la naturaleza del tiempo.
Creemos que necesitamos algo y que es posible que lo consigamos más
adelante. O creemos que tenemos un problema y que más adelante quizás no lo
tengamos. Creemos que Buda vivió hace muchos años y que nosotros vivimos
ahora. Pero en realidad nada de esto es cierto, son sólo proyecciones
persuasivas de nuestra mente. Lo que sí es cierto es que este momento surge
ahora independiente de cualquier cosa y que todo está incluido en este
momento. Buda y SELF están aquí y el problema y el no-problema están aquí.
Si insistimos en tener la expectativa de que las cosas van a cambiar y de
que de algún modo podemos hacer que cambien, entonces no entendemos
realmente las cosas o el cambio. Si logramos entregarnos por completo a este
momento - y luego a este momento y este momento - sin ninguna expectativa,
entonces podemos tener algo de felicidad. No es necesario que nos enojemos
con nosotros mismos por tener expectativas porque es bueno tener
expectativas. Pero tenemos que usar la expectativa para ir mas allá de la
expectativa. Quizá podríamos decir que no tener expectativas significa que
siempre tenemos expectativas pero que lo que esperamos es la nada. Una de
mis frases favoritas de Suzuki Roshi,, con la cual en una ocasión
escandalizó a la gente durante una conferencia es: "los problemas que
tienes ahora siempre los tendrás." Y, en otra ocasión también dijo, "He
descubierto que es necesario creer en absolutamente nada".

La segunda característica de la enseñanza de Suzuki Roshi es "Una practica
diaria diligente es iluminación."

Como todos ustedes probablemente ya saben, la escuela Zen en China se fundó
sobre la experiencia personal de iluminación repentina en la mente de
Buda. Habían existido muchas escuelas de Budismo en China con muchas maneras
de practicar y muchas enseñanzas. La religión tiende a volverse muy refinada
y compleja, y esto puede ser hermoso y satisfactorio hasta cierto punto. Sin
embargo también puede hacer que esta se aleje de las verdades sencillas y
profundas sobre las que se construyó. Así que, en China, los primeros
ancestros Zen hicieron hincapié en eliminar la complejidad para llegar a una
experiencia real de iluminación que fuera transformadora. Este énfasis es
bueno y malo a la vez. Es bueno porque acaba con el escolasticismo y nos
lleva al corazón del asunto, a nuestra experiencia de vida, mas que a lo que
dice en el libro. Pero es malo porque tiende a privilegiar un tipo de
experiencia en particular, para hacernos esperar y anhelar ese tipo de
experiencia y volvernos arrogantes, y por lo mismo confundidos en caso de
que tengamos dicha experiencia. Tendemos a sentir que el propósito de la
práctica es producir un tipo de experiencia particular y que una vez que
tenemos esa experiencia la práctica se torna irrelevante. Pero para Dogen y
para Suzuki Roshi, la práctica y experimentar la iluminación son la misma
cosa. Cuando hacemos nuestra práctica estamos expresando nuestra iluminación
y cuando encontramos la verdadera iluminación, naturalmente practicamos.

Suzuki Roshi llegó a San Francisco en 1959 para ser el monje de la comunidad
japonesa-americana en el templo Sokoji. No llegó a San Francisco haciendo
mucha bulla. No había carteles, ni artículos en la prensa, ni retiros,
ninguna campaña propagandística. En lugar, mas bien él practicaba solo zazen
por las mañanas y si alguien venía y le hacía preguntas acerca del Zen, nada
mas respondía: “me siento por las mañanas, por favor venga a acompañarme”.
Su práctica era la práctica de un sencillo sacerdote, lleno de sinceridad y
fidelidad. A menudo hablaba de lo tonto que él era y de cómo su
entendimiento no era muy bueno. Dijo que cuando él era niño, en el templo de
su maestro, todos sus compañeros huían porque el maestro era tan estricto.
Decía que él era el único que no escapó, no porque fuera tan bueno o tan
fuerte sino porque él era el único que no se daba cuenta que podía escapar.
Él siguió con su práctica diaria durante toda su vida, pasara lo que pasara.
Y en su enseñanza él hizo hincapié en ese tipo de constancia y de fe. No un
ideal, una filosofía o una creencia, sino nada mas la vida simple de una
practica diaria. Él hizo hincapié en la rutina y la repetición. Enseñó que
practicando una y otra vez sin esperar ningún resultado sino mas bien
estando lo mas presente posible en ella, algo sutil sucedería. A diferencia
de otros maestros de su época y de esta, el no viajó por doquier dando
platicas y sesshin. El solamente permaneció en el templo atendiendo los
asuntos del templo y su práctica. De cierta manera era un monje muy
ambicioso, de lo contrario nunca hubiera venido a los Estados Unidos. Pero
su ambición no era llevar a cabo grandes hazañas, si no simplemente tener
una gran esperanza y una gran fe y llevarlas a su práctica diaria, con la
confianza de que lo que tuviera que pasar sucedería naturalmente sin forzar.
Él dijo una vez que la práctica es como caminar durante mucho tiempo bajo la
llovizna. Uno puede caminar y caminar y nunca sentir que se está uno mojando
pero cuando llega uno a su destino, uno nota que su vestimenta está
empapada. También dijo, "si caminamos juntos bajo la llovizna y tu te
impacientas conmigo y quieres adelantarte, está bien. Por favor hazlo".

Entre más practico, más me parece que nuestra iluminación, nuestro
entendimiento, nuestra libertad, están en nuestra fe, nuestra confianza, en
nuestra naturaleza de Buda, la naturaleza verdadera de nuestro cuerpo y
mente mas allá de la apariencia que tomamos en esta vida. No estamos
buscando una experiencia o un conocimiento, solo la fe creciente de que la
vida es la vida y la muerte es la muerte, y de que siempre estamos
conectados con esto. Debido a esto, naturalmente queremos tener una
práctica, honorar a Buda, hacer una ofrenda, cantar, sentarnos, ser amables
con los demás y con nosotros mismos, y hacer todo sin hacer grandes alardes.
Nuestra iluminación no es un estado o un logro, es una experiencia de fe de
cada momento. Pienso que probablemente es cierto que otras enseñanzas y
maestros pudieran ser mucho mejores que los nuestros, más bellos o sabios o
coloridos o profundos. Pero realmente esto no importa. No estamos tratando
de ser bellos o sabios o coloridos o profundos, solamente estamos tratando
de tener una práctica durante toda la vida día a día con fe. Esa es toda la
iluminación que necesitamos y en la simple actividad diaria de una práctica
encontramos la iluminación por doquier.

A fines del mes pasado tuvimos un sesshin maravilloso, un sesshin en
silencio, sin pláticas de Dharma, sin cantos, prácticamente sin entrevistas,
sin ningún diálogo de ningún tipo. Sólo nos sentamos y comimos nuestros
alimentos y levantamos todo y descansamos y en la noche nos fuimos a dormir.
Y los maestros, en vez de estar cuidando la práctica de los demás, sólo se
sentaron hacia la pared ocupándose de su propia práctica. Fue muy hermoso y
descubrimos que no necesitábamos ninguna inspiración especial. El solo hecho
de estar vivo ya era una gran inspiración. Una tarde durante ese sesshin iba
yo caminando hacia mi cuarto y sentí los rayos del sol sobre mi hombro. Fue
tan cálido y luminoso, casi tierno, casi delicioso. Casi rompí en llanto,
era tan bello, y entonces entendí por primera vez un rezo judío que solía
practicar de niño: decía algo así “bendito seas tú Señor que creas todo un
universo de tiempo y que me has otorgado presenciar éste único y precioso momento”. Algo
así. Así que esta es nuestra iluminación y yo no pienso que se trata sólo de
Zen o de budismo. Se trata de la vida, la verdadera vida, la vida tal y como
es.

La tercera característica de la enseñanza de Suzuki Roshi es "no apegarse a
ninguna enseñanza." A veces pienso que cuando uno lee las palabras de Suzuki
Roshi y piensa sobre lo que está diciendo puede uno pensar que él era una
persona un tanto falta de convicciones. A menudo no toma una postura
definida sobre algo y, si lo hace, pronto dirá que lo opuesto también es
cierto. Seguido utilizaba la frase "el otro lado," y cuando yo empezaba a
practicar, recuerdo a mi propio maestro, Sojun Roshi, que también usaba esa
frase todo el tiempo. Solía decir, "el otro lado es…" Quería decir, bueno
esta es una manera de ver las cosas, un tipo de verdad. Pero luego también
está el otro lado, la otra manera de verlo. Ambas son ciertas y por lo tanto
ambas también son falsas. A veces la gente se refiere a esto como al punto
de vista no-dual. Sin embargo, ese término siempre me ha parecido
excesivamente filosófico y dualístico. La no dualidad es muy dualística
porque significa que sin dualidad es bueno y dualístico es malo. Pero lo
dualístico también forma parte de la no dualidad. Lo verdaderamente no
dualístico es a la vez no dualístico y dualístico. Estos son los tipos de
pensamientos que surgen cuando uno utiliza términos como dualístico y no
dualístico, y es por eso que a mí no me gusta usarlos. Suzuki Roshi entendía
la idea de la no dualidad no como un concepto filosófico sino como una forma
de ser. Lo entendía como libertad, como no estar atrapado por nada, no estar
limitado por puntos de vista, ni siquiera puntos de vista Budistas o puntos
de vista Zen. La práctica está mas allá de todo punto de vista. Incluye todo
punto de vista y honra todo punto de vista pero no se apega a ningún punto
de vista. Así que, a él siempre le interesó señalarle a la gente la
naturaleza pegajosa de sus puntos de vista y alentarlos a que se despegaran
de ellos. Existe una anécdota famosa sobre Suzuki Roshi de una ocasión en la
que viajaba a la ciudad desde Tassajara con un estudiante que era un
ferviente vegetariano. En aquellos días, y supongo que aun hoy en día, la
gente tenía ideas muy fijas acerca de lo que era correcto o incorrecto
comer, o bueno para uno o no bueno para uno. Cuando se detuvieron en el
camino para almorzar en un restaurante, el estudiante se quedó muy
sorprendido y con un reto ante él porque Suzuki Roshi pidió una gran
hamburguesa. Seguramente término medio-crudo. El estudiante pidió una
ensalada o algo por el estilo. Pero quedó aún más perplejo cuando llegó la
comida y Suzuki Roshi tomó la ensalada y, sin decir una sola palabra, le
puso enfrente la hamburguesa al estudiante. Yo no creo que esto quería decir
que Suzuki Roshi desaprobaba el vegetarianismo. El no estaba en pro o en
contra de ningún punto de vista en particular sino más bien de cómo uno
sostiene sus puntos de vista: éste era el verdadero asunto
para él.

Practicar el Camino es estar presente en cada momento, lo cual está mas allá
del tiempo. Suzuki Roshi habló de esto una y otra vez. Cuando uno se aferra
a puntos de vista, a cualquier punto de vista, uno crea un mundo fijo, un
mundo de tiempo lineal, un mundo de sufrimiento y oposición. El no aferrarse
a puntos de vista no significa que uno carece de convicciones, siempre y
cuando el no aferrarse a ciertos puntos de vista realmente venga del corazón
de la práctica de uno. Cuando la práctica de uno es fiel, está uno bien
centrado en su propia vida, lo cual no está separado del resto de la vida.
Desde ese lugar la verdad es clara, no es confusa. Pero la manera de
expresar la verdad puede cambiar de acuerdo a las circunstancias. Cuando la
práctica de uno es fiel, uno no se confunde entre la verdad y su expresión:
uno conoce la diferencia y por lo tanto se mantiene firme con la verdad pero
muy flexible con su expresión. Uno reconoce lo que es importante y lo que
es trivial, lo que es realmente útil y lo que no lo es. Y aún si uno no sabe
lo que es útil tendrá la paciencia y la confianza de seguir adelante de la
mejor manera posible, sin confundirse, atorarse o perder su centro. Este
tipo de práctica es algo sutil. Tiene más que ver con un sentimiento hacia
la vida que con cualquier regla o doctrina. Una y otra vez Suzuki habló
acerca de la inexistencia de reglas, de procedimientos indefinidos y de que
aún cuando hay procedimientos definidos uno debe entender que éstos son
totalmente fortuitos. Una de mis frases favoritas de Suzuki Roshi fué la
respuesta a la pregunta: cual es la esencia del Zen. Él respondió: “No
necesariamente”.

El domingo pasado hablé sobre las ocho características
del camino de Suzuki Roshi y hoy quiero continuar esa plática. Como dije la
última vez, mis ocho características son por supuesto bastante arbitrarias,
y quizás cada uno de ustedes tenga su propia idea acerca de las
características del camino de Suzuki Roshi y por supuesto, no serviría de
nada tomar demasiado en serio mi idea o la de ustedes. Como en cualquier
enseñanza, mis palabras pretenden ser tan sólo un aliento para inspirarlos,
al menos eso espero, para que encuentren por sí mismos la manera de vivir su
vida plenamente. De esto se trata, no de alguna idea sobre algo. En
Pepino Torcido, la biografía que escribió David Chadwick sobre la vida de
Suzuki Roshi, el cuenta la anécdota de Suzuki Roshi y la Sra. Ransom. Nona
Ransom era una señora inglesa muy testaruda para quien SR trabajaba como
mozo mientras estudiaba en la Universidad de Komazawa. Era una mujer
encantadora, muy segura de sus opiniones y de su visión inglesa del mundo, y
muy crítica de la manera japonesa de ver las cosas. Como buena racionalista
y buena cristiana liberal consideraba el Budismo como una forma de
superstición asiática rara y pintoresca. La señora Ransom tenía una estatua
de Buda en su casa como objeto de arte. Ponía sus zapatos junto a ella en el
tokonoma y este acto de falta de respeto molestaba al joven Shunryu Suzuki.
Pero él sabía que no serviría de nada discutir sobre el tema con la Sra.
Ransom, así que un día comenzó a hacerle ofrendas a ese Buda. No dijo una
palabra, simplemente cada día a cierta hora le hacía una ofrenda al Buda de
una taza de té y una flor, haciendo reverencias formales. La Sra. Ransom, como
era de esperarse, estaba muy incómoda ante esta situación, pero Suzuki Roshi
simplemente lo hacía cada día sin explicaciones. Finalmente ella no aguantó
más, le pidió una explicación y él explicó porqué los practicantes budistas
le hacen ofrendas a Buda. Después de este incidente ella cambió su actitud y
comenzó a interesarse en el Budismo y finalmente a practicarlo. Este
incidente fue crucial en la vida de Suzuki Roshi. Se dio cuenta de que no
bastaba explicar algo sino que más bien era necesario hacer algo y hacerlo
con constancia y fe. Y sólo entonces, pudiera ser que una explicación fuese
útil. Entonces, si hay ocho o dieciocho características del camino de
Suzuki Roshi, lo importante no es lo que pensamos sino lo que hacemos. El
Zen siempre ha hecho hincapié en el direct pointing, el apuntar directamente a la
naturaleza de la realidad. Esto es porque nuestra mente se interesa muy fácilmente en
algo y luego esto mismo la confunde. Inclusive las ideas correctas y las enseñanzas
excelentes pueden ser contraproducentes si no hay detrás de estas una experiencia ya vivida,
una experiencia vivida que madura y se profundiza con el tiempo. En la
práctica Zen ciertamente nos interesa la mente, los pensamientos y las
ideas, pero intentamos que la mente no nos maneje. Intentamos tener la
mente, el cuerpo y el corazón alineados y colaborando juntos. Intentamos no
preocuparnos demasiado con ideas o enseñanzas complicadas. En realidad todas
las enseñanzas son bastante claras cuando nuestra vida es completa. Cuando
practicamos zazen tratamos de que la respiración, la postura, la actitud y
el pensamiento, se alineen y formen una totalidad. Así que con esto en mente
repetiré las ocho características del camino de Suzuki Roshi que mencioné la
vez pasada:

No hay que tener expectativas, la practica diaria fiel es la iluminación, el no
apego a ninguna enseñanza, no hay nada especial que hacer o entender, zazen
es lo más importante en nuestra práctica, el verdadero zazen es todo en
nuestra vida, la bondad y la dureza no son dos cosas distintas, una relación
cercana y cálida con un maestro, entrega absoluta en toda actividad y poner
mucha atención en los detalles de la forma ya que la verdadera felicidad se
encuentra ahí.

La vez pasada hablé de las primeras tres características y voy a repetir
brevemente algunas de las cosas que dije acerca de ellas para los que no
estaban presentes, luego intentaré decir algo acerca de las otras cinco.

  • No hay que tener expectativas:
    Todos llegamos a la práctica con expectativas: ser iluminados, volverse
    sabios o serenos, o incluso simplemente encontrar alivio a nuestro
    sufrimiento. Yo pienso que Suzuki Roshi apreciaba la intensidad que provoca
    nuestro anhelo por resultados, pero también vio que era esencialmente
    equivocado porque se basaba en el auto-aprecio en lugar de en la apreciación
    de nuestra naturaleza de Buda. Cuando apreciamos nuestra naturaleza de Buda
    tenemos confianza en lo que ocurre y no nos preocupamos por mejorar. Al
    final soltamos algo en vez de tener expectativas y al soltar podemos
    permitirnos aceptar cada momento tal como es, pase lo que pase. De esta
    manera podemos encontrar la felicidad bajo cualquier condición.
  • La fidelidad a una práctica diaria:
    Suzuki Roshi no ponía énfasis en ser brillante o perspicaz, más bien
    enfatizaba la simple práctica diaria y constante. En su propia vida él era
    muy constante. Se sentaba con nosotros todos los días, llevaba una vida
    tranquila de templo y no viajaba mucho enseñando por aquí y por allá. Para
    él la iluminación se encontraba en la práctica diaria misma, no en
    experiencias espectaculares o descubrimientos profundos. Veía la fe dentro
    de la práctica como su propia recompensa, fe no en el sentido de creencia
    sino en el sentido de confiar en nuestra propia naturaleza verdadera.
    No apegarse a ninguna enseñanza. No hay nada especial que hacer o entender:
    Mi frase favorita de Suzuki Roshi fue su respuesta a la pregunta ¿cuál es la
    esencia del Soto Zen? Y él contestó, "No necesariamente". Una y otra vez
    Suzuki Roshi hizo hincapié en que no existía una enseñanza fija, nada en lo
    absoluto que fuera identificado o definido como el único camino. Mientras
    que la verdad puede ser clara, la expresión de la verdad siempre está
    cambiando, momento a momento. Así que estar establecido en el Camino es
    tener conciencia y flexibilidad y no apegarse a nada. A pesar de que existen
    varias reglas y maneras de practicar no existen reglas reales o absolutas.
    Esto sería una pequeña revisión de lo que hablé la vez pasada.
    Zazen es lo más importante en nuestra práctica y el verdadero zazen es
    todo en nuestra vida: Suzuki Roshi definitivamente hacía hincapié en la
    práctica del zazen, tomar nuestra postura físicamente sobre el cojín. Y todos
    sus discípulos que enseñan el Dharma, ponen mucho énfasis sobre este punto. En
    este sentido él siguió el camino de Dogen. Dogen escribió en Zammai o
    Zammai: “Sentarse en la postura de meditación anima un cuerpo erguido, una mente
    erguida, un cuerpo-mente erguido, un ancestro Buda erguido, una practica de
    iluminación erguida, una coronilla erguida, un flujo de vida erguido.
    Cuando uno se sienta en la postura de meditación la piel, la carne, los
    huesos y la médula de un ser humano se energetizan inmediatamente en el Rey
    de los samadhis. El venerado del mundo siempre se sentó en esta postura de
    meditación y todos sus discípulos lo transmitieron correctamente. El
    venerado del mundo les enseñó a los humanos y a los devas cómo sentarse en
    esta postura de meditación. Es el sello de la mente transmitida
    correctamente por los Siete Budas Originales”. El Buda Shakyamuni se sentó en
    esta postura de meditación bajo el árbol bodhi durante cincuenta pequeños
    eones, sesenta grandes eones o innumerables eones inclasificables.
    Quizás se sentó durante tres semanas o quizás solo
    durante algunas horas. De cualquier manera el sentarse de Buda es lo que
    hace girar la prodigiosa rueda del Dharma; dentro de ella está su guía
    eterna. No hace falta nada, están aquí presentes todos los pergaminos
    amarillos y rojos de los Sutras. En este momento de permanecer sentado Buda
    ve a Buda; todos los seres alcanzan el estado de Budeidad.
    Así que nuestra práctica es muy sencilla, vergonzosamente sencilla. Se trata
    sólo de sentarse de esta manera, erguido, respirando y poniendo atención en
    nuestra vida. No hay nada más que eso y sin embargo todo está contenido
    dentro de esta práctica. De cierto modo ésta es una idea bastante extraña.
    Vemos a la verdad, la religión o a la espiritualidad como algo grande y
    misterioso y definitivamente no como algo físico. Sin embargo, Suzuki Roshi
    nos enseñó que la verdad es solamente sentarse de esta manera, de ésta
    manera particular. Y yo encuentro que esta enseñanza es bastante
    problemática porque podría parecer como si las personas que no son capaces
    de permanecer sentados y torcer sus piernas como nudo no puedan practicar
    Zen. Y ésta es una idea muy extraña, ¿no creen? Tener una religión en la cual
    una persona enferma, anciana o discapacitada no puede practicar. Algo aquí
    no suena bien. En una ocasión Suzuki Roshi regañó a una persona que tenía
    una actitud de superioridad porque se levantaba tempranito cada mañana para
    hacer zazen mientras su esposa permanecía en la cama. Le dijo: “si tu crees
    que tú te levantas a hacer zazen y tu esposa está dormida y no está haciendo
    zazen entonces en realidad tú no entiendes nuestro zazen”. El verdadero
    zazen no se limita a un estado mental o postura en particular. El verdadero
    zazen es la suprema realidad en sí y la realidad suprema es la esencia misma
    de cada momento de nuestras vidas. Sentarse fielmente es tomar conciencia
    sobre este punto, así que cuando nos sentamos, sabemos que todos los seres
    están sentados con nosotros. Y cuando nos levantamos del cojín sabemos que
    el sentarse continúa. Así que la sencilla idea de Suzuki Roshi sobre zazen,
    al igual que la idea de Dogen sobre zazen, es difícil de captar para
    nosotros. Quizás no se puede captar. Tenemos que practicar personalmente,
    específicamente, con este cuerpo, con nuestras piernas y brazos y pulmones
    y corazón, nuestro propio cuerpo, no solamente nuestra mente en todo su
    detalle. Y sin embargo, al hacer esto tenemos que apreciar que este cuerpo
    específico, en todo su detalle, no es solamente nuestro propio cuerpo. Es
    todo el universo. Así que en realidad sí tenemos que sentarnos a la manera
    de zazen. Yo pienso que no hay gran práctica de zazen si no hacemos zazen. Pero
    también tenemos que entender que zazen tampoco es en realidad zazen. Es
    solamente la vida, nuestra práctica es la vida.
  • La bondad y la rudeza no son dos cosas diferentes:
    Suzuki Roshi tuvo un entrenamiento estricto en su juventud. Su primer
    maestro Gyokujun so-on era muy estricto. Hoy en día podríamos inclusive
    denominarlo como una persona abusiva y preguntarnos si algo andaba mal en
    él. Quizás lo enviaríamos a ver a un psiquiatra, o quizás Suzuki Roshi
    tendría que ir a un psiquiatra para resolver sus vivencias. Sin embargo,
    Suzuki Roshi lo quería mucho y sentía que su enseñanza y su rudeza fueron
    muy importantes para él. Yo recuerdo haber estado muy sorprendido
    hace algunos años cuando alguien me dijo que Suzuki Roshi insistía
    mucho en que el Centro Zen comprara una
    granja y que por eso adquirimos Green Gulch. La razón por la que quería que
    tuviéramos una granja era para que cuando los tiempos se tornaran difíciles
    y escasearan los alimentos, pudiéramos producir alimentos para nosotros y
    para otros. A mi manera de ver las cosas en una América nacida después de la
    segunda guerra mundial parecía casi inimaginable que llegara el momento en
    el que fuera difícil conseguir alimentos. Pero Suzuki Roshi conocía los
    tiempos difíciles, sabía lo que era no tener suficiente comida. En los
    primeros tiempos del Zen en China también hubo tiempos difíciles, el Zen fue
    reprimido, corrieron a los monjes de sus templos y hubo muchos
    levantamientos, revueltas y hambrunas. Así que Suzuki Roshi y la escuela de
    Zen misma se formaron en medio de las dificultades. Suzuki Roshi sabía que
    la vida Zen, que la vida humana, requiere de una gran fuerza. Pero dentro de
    esta fuerza se encuentra la verdadera bondad ya que la fuerza trae consigo
    constancia y la verdadera abundancia no es una emoción o un sentimiento,
    sino la habilidad de ver claramente y ser constante y esto requiere de una
    gran fuerza. No existe una bondad verdadera sin fuerza. Suzuki Roshi era muy
    querido por su bondad y el no se consideraba como un maestro estricto. Sin
    embargo, él entendía la virtud de ser estricto y había una gran fuerza
    detrás de su bondad. El no era dulce ni sentimental.
  • Una relación cercana y cálida con un maestro:
    A casi todas las personas que tuvieron contacto con Suzuki Roshi les afectó
    profundamente dicha experiencia, y para mí es muy inspirador escuchar con
    qué calidez y cercanía hablan de él sus estudiantes incluso ahora,
    veintiocho años después de su muerte. El mismo tuvo varios maestros
    importantes durante su vida y confiaba plenamente en ellos. Como ya lo
    mencioné, su primer maestro So-on era una persona un tanto cruel y
    frecuentemente le negaba a Suzuki Roshi aquellas cosas que él tanto deseaba.
    Sin embargo, Suzuki Roshi siempre aceptaba sus instrucciones y se dio cuenta
    que el rendirse ante su maestro era el mejor entrenamiento. También sabía
    que So-on, a pesar de su manera ruda de ser, lo quería muchísimo. En el
    camino de Suzuki Roshi, se pone énfasis en la relación maestro-estudiante
    como una necesidad misteriosa mas sin embargo cálida. Sin esta relación la
    alquimia de la transformación no puede ocurrir. La enseñanza toma lugar no
    con palabras sino en una huella mucho más sutil, una comunicación casi
    física que se da en el compartir la vida diaria juntos. Un maestro Zen no es
    un gurú. El o ella es una persona común y corriente con la cual hay que
    confrontarse. El o ella tendrá varias orillas ásperas debido al karma. Al
    mismo tiempo la relación con su maestro no es la misma a una relación humana
    común y corriente. Es nuestra oportunidad para desarrollar una profunda fe y
    confianza en el Dharma. Confiamos en nuestro maestro no como una persona
    sino como el Dharma mismo. Cuando el maestro o maestra lanza su vida a la
    casa de Buda y cuando nosotros hacemos ese esfuerzo también, entonces ambos
    nos re-encontramos en la casa de Buda, no en nuestra propia casa. Así que es
    posible que tengamos, o no, todo tipo de problemas personales con nuestro
    maestro, pero si nuestro maestro es genuino y si nuestro esfuerzo es bueno,
    estos problemas personales no son tan importantes. Nosotros mismos
    encontramos la confianza en nuestra naturaleza de Buda a través de la
    relación con un maestro. Cuando confiamos en él o ella incondicionalmente,
    no como una persona sino como Buda, en otras palabras, como lo más legítimo
    de nuestro ser, entonces hemos hecho nuestro trabajo y siempre estaremos
    agradecidos a nuestro maestro, incluso en el caso de Suzuki Roshi y So-on en
    donde aparentemente no existía un gran afecto.
  • Entrega absoluta en toda actividad:
    Suzuki Roshi seguido hablaba sobre la naturaleza del tiempo: de que no es un
    despliegue de cosas de una manera linear o acumulativa sino más bien la
    profundidad y consumación que ocurren a cada momento. Por lo tanto,
    practicar en el tiempo significa que debemos entregarnos plenamente a cada
    actividad, no importa cuál sea. Con frecuencia él utilizaba la palabra
    sinceridad para decir simplemente: realizar una actividad con energía y
    entrega total, sin importar lo que sentimos sobre dicha actividad. Zazen es
    el centro de nuestra práctica pero zazen es solamente ser uno mismo y ser
    uno mismo es estar presente en todo el universo en cada momento. Esta es la
    razón por la que todo lo que sucede, cada actividad en la que nos
    involucramos es decisiva y completa. Cuando abordamos el mundo con nuestra
    mente ordinaria inspirada por el ego, tenemos muchas evaluaciones sobre
    nuestra actividad. Esta actividad es buena, aquella es mala, esta actividad
    es interesante, aquella no lo es, esta actividad es más importante que
    aquella. Este tipo de evaluaciones absorbe nuestra atención y no podemos
    estar realmente presentes muy seguido en nuestra actividad. Y aún cuando
    estamos presentes existe el apego y el apego es como ponerse un par de
    anteojeras, solo vemos la mitad del mundo. Pero cuando intentamos poner
    atención en nuestras preferencias sin validarlas vemos que toda nuestra
    actividad es un campo de profundidad, que cualquier gesto o esfuerzo puede
    traer consigo la realidad en su totalidad. Esa es la razón por la que
    hacemos hincapié en el trabajo sencillo dentro de nuestra práctica. Vemos el
    trabajo como zazen mismo, como, podríamos decir, una forma de devoción o
    veneración, o una forma de ofrenda. Esto es especialmente claro cuando
    hacemos limpieza y Suzuki Roshi, durante su vida, llevó a cabo una práctica
    de limpieza. Hay una anécdota famosa de un día que llegó temprano a la
    asociación budista de Cambridge donde iba a dar una plática. Todo el mundo
    estaba ocupado limpiando el lugar para la llegada del gran maestro de Zen
    Suzuki Roshi. Pero, por error, él llegó con varias horas de anticipación y
    dejó a todos algo turbados. Él dijo, ¡Uy! va a venir el gran maestro de
    Zen, tenemos que preparar, y se quitó la ropa hasta quedarse en kimono y se
    puso a limpiar con todo el mundo. Para mí la práctica de limpieza es muy
    importante. Limpiar era algo en lo que yo nunca pensaba realmente, pero
    aprendí a través de mi práctica que cuando barro el piso en realidad estoy
    barriendo mi mente y todo el universo. Si puedo ordenar una esquina de mi
    recámara entonces frases enteras se ordenan. Hoy en día en nuestra
    práctica honramos las preferencias de las personas y entendemos que a veces
    es difícil para algunas personas hacer ciertas cosas y que quizás deban
    hacer otras cosas. Últimamente en el Centro Zen algunas persona a veces
    se niegan a realizar ciertas tareas que se les pide hacer y honramos esa
    negativa y sus razones. Pienso que está bien que hagamos las cosas de esta
    manera y que podamos tener compasión los unos con los otros de esta forma.
    Pero sería una lástima si olvidásemos que a fin de cuentas necesitamos
    liberarnos de las preferencias y entregarnos por completo a lo que sea que
    hacemos. Este es nuestro ideal, esta es nuestra meta. Así fue el
    entrenamiento de Suzuki Roshi y así fue como él nos instruyó.
    Poner detenida atención en la forma como medio de liberación:
    Suzuki-Roshi sufría cuando tenía que enseñarle a sus estudiantes (libres
    pensadores norteamericanos con inclinaciones individualistas) que tener la
    opción de elegir y expresarse por uno mismo, no es lo que aparenta ser. En
    realidad la verdadera libertad no se encuentra en poder ejercitar las
    preferencias de uno, sino en encontrar espacio y auto-expresión total dentro
    de cualquier forma que aparezca. Una vez dijo que cuando cada quien usaba la
    ropa que le gustaba y aparecía con su propio lenguaje corporal, era difícil
    para el ver la verdadera individualidad de cada persona. Pero que cuando
    cada uno se ponía su túnica negra y se sentaba sobre su cojín, exactamente
    de la misma manera, entonces se hacían evidentes las maneras en que cada uno
    era único. Esta parecería ser una afirmación paradójica pero, en realidad es
    totalmente cierta. Al soltar las preferencias, que de hecho son sólo hábitos
    y condicionamiento, nuestra verdadera, nuestra más profunda individualidad,
    nuestro propio giro particular en la naturaleza de Buda, puede manifestarse.
    Es con éste espíritu que Suzuki-Roshi hacía hincapié en la forma, de
    inclinarse correctamente, de caminar y estar de pie con el decoro apropiado,
    de acatar todas las formalidades del templo, desde el tocar la campana hasta
    ingerir los alimentos en oriyoki. El nos enseñó que hacíamos esto, no porque
    era la manera absoluta de hacer las cosas, la mejor manera, sino porque la
    práctica formal es para nosotros una vía para encontrar una gran apertura
    interior, una libertad más genuina de la que nuestro condicionamiento podría
    producir. Muchas personas encuentran que la práctica de Zen tiene un régimen muy
    estricto, demasiado tieso y formal. Pero nada más se ve así desde fuera, en
    realidad cuando el cuerpo es guiado por la forma puede haber un espíritu
    elevado por dentro, una verdadera libertad y una verdadera belleza. La
    práctica formal no es la mejor manera de vivir o la manera Zen de vivir, es
    únicamente una manera arbitraria de hacer las cosas. Pero yo no conozco nada
    más efectivo para ayudarnos a soltar nuestra profundamente condicionada
    naturaleza, que es la fuerza que nos une a nuestro sufrimiento. La práctica
    formal trabaja con el cuerpo al nivel más inconsciente, y si no nos
    encontramos a nosotros mismos ahí, pienso que va a ser muy difícil que
    encontremos nuestra naturaleza de Buda y la traigamos al frente de batalla
    en nuestras vidas. Suzuki Roshi hizo hincapié sobre esto en una época en los
    Estados Unidos en la que dominaba la expresión personal desenfrenada. Él
    tuvo que tener mucha paciencia con los hippies y con otras personas que
    llegaban al zendo con sus propias ideas de cómo vestirse, caminar y
    sentarse. Pero él era muy paciente y siempre le divertía lo que la gente
    hacía. No era una persona cerrada y yo creo que él apreciaba la gama de
    colores con que la gente tomaba la practica formal. Sin embargo, él sabía
    que había mucho sufrimiento en medio de esta supuesta libertad de la gente y
    sabía que la única manera de mostrarles esto era ayudarlos a encontrarse a
    sí mismos con las formas de la práctica. Así que con constancia y con una
    voz amable animaba a la gente una y otra vez.

Traducido por Eugenia Doniz (Xalapa, México) donizvinaver@hotmail.com